miércoles, 8 de agosto de 2007

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Ella caminaba con la seguridad de saber que no iba a ningún sitio. Le gustaba deambular de noche y sin prisa, en horario alternativo al resto de ciudadanos, encontrando rutas que lo llevasen a un lugar al que no tenía ningún interés en llegar. El insomnio le había abierto la puerta de una actividad que le gustaba. Ella, que nunca había tenido aficiones, ahora, esperaba la hora de salir a caminar la noche.

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